Vacunar contra el coronavirus: ¿Son ciertos los mitos sobre las vacunas?

Vacunar contra el coronavirus: ¿Son ciertos los mitos sobre las vacunas?

Hace más de un año estalló la pandemia del coronavirus en todo el mundo. Ya han fallecido más de tres millones de personas tras una infección por COVID-19. Sin embargo, hay esperanza: a finales del año pasado comenzaron a estar listas las primeras vacunas contra el virus. En Alemania, el ritmo de vacunación está aumentando con gran rapidez y hay razones para creer que, si se logra vacunar a suficientes personas hasta finales de año, será posible evitar próximas oleadas de infecciones.

Sin embargo, hay quienes expresan escepticismo frente a las vacunas. A estas críticas han contribuido casos poco frecuentes de efectos secundarios graves en relación con la vacuna de Astrazeneca. Además, diversos mitos en torno a la vacuna contra el coronavirus generan inseguridad. Aquí presentamos algunos de ellos y analizamos su veracidad:

Mito: La vacuna contra el coronavirus no ofrece suficiente protección frente a una posible infección

Hecho: El grado de protección de la vacuna contra el coronavirus es muy elevado. Las vacunas de Biontech/Pfizer y Moderna ofrecen una protección del 95 por ciento contra la COVID-19. El Instituto Robert Koch (RKI) subraya, al mismo tiempo, que es posible infectarse tras recibir la vacuna, ya que no garantiza una protección al cien por cien.

Asimismo, una persona puede enfermar tras recibir la vacuna si se ha infectado en un momento anterior a la fecha de vacunación. También es posible infectarse con SARS-CoV-2 poco después de la vacunación y hasta que la vacuna haya generado la respuesta inmunitaria necesaria para proporcionar protección. Normalmente, la inmunidad que ofrece la vacuna se desarrolla poco a poco entre 10 y 14 días después de la primera dosis.

Mito: Habrá obligación de vacunarse

Hecho: Actualmente no existe en Alemania la obligación de vacunarse. Según la Ley de Prevención de Infecciones, el Ministerio alemán de Sanidad puede imponer la vacunación si así lo aprueba el Bundesrat o Cámara Alta del Parlamento alemán. Esta disposición es aplicable si «se detecta una enfermedad contagiosa con consecuencias graves para la salud y con capacidad de expandirse hasta convertirse en epidemia» (Ley de Prevención de Infecciones, artículo 20, apartado 6). Ambas condiciones se cumplen en el caso de la COVID-19.

Sin embargo, el Gobierno federal rechaza la vacunación obligatoria. Al mismo tiempo, ha recomendado encarecidamente la vacunación, pues las personas vacunadas no sólo se protegen a sí mismas, sino también a toda la sociedad.

Mito: La vacuna pone en peligro la fertilidad de las mujeres

Hecho: No hay pruebas científicas de que la vacuna contra el coronavirus ponga en peligro la fertilidad de las mujeres. La comunidad científica sospecha que el origen de este mito reside en una similitud mínima entre la proteína S o espícula (la proteína en forma de aguja presente en la cubierta del virus y que le permite atacar células humanas) y una proteína que se encuentra en la placenta humana. Sin embargo, solamente 5 de los más de 500 aminoácidos están presentes de forma similar, aunque no idéntica, en las proteínas S. Asimismo, estos aminoácidos se encuentran en el interior de la proteína de la placenta, por lo que los anticuerpos procedentes del exterior no podrían atacarlos.

Este hecho hace que el mito sea poco plausible. Los expertos subrayan además que, si la vacuna causara infertilidad, entonces una infección por coronavirus debería causarla también, ya que, tras una infección, hay muchas más proteínas S en el cuerpo. Sin embargo, en ninguna parte del mundo se han observado efectos negativos de la enfermedad sobre la fertilidad de las mujeres.

El Instituto Paul Ehrlich afirma lo siguiente: «En el marco de una autorización para la comercialización de las vacunas y considerando los datos a disposición, podemos descartar con la máxima seguridad posible daños en los órganos reproductores o el deterioro de la capacidad reproductiva en humanos». Las mujeres que quieran tener hijos se pueden vacunar contra la COVID-19, subraya el Instituto Robert Koch.

Mito: Las vacunas ARNm modifican el genoma humano

Hecho: Las vacunas ARNm están basadas en un fragmento del genoma del virus, que proporciona una instrucción a las células de la persona vacunada. El ARN mensajero (ARNm) ordena a las células que produzcan la proteína S, lo que a su vez desencadena una reacción del sistema inmunitario. De esta forma se puede evitar que la persona vacunada sufra complicaciones graves en el futuro o incluso fallezca a causa de la COVID-19.

El ARNm no entra en contacto con el ADN de las personas, pues el ADN se encuentra en el núcleo celular, al que el ARNm no tiene acceso. Además, el ARNm se distingue del ADN en su estructura química. Por esta razón no puede integrarse en el ADN de las personas.

En un estudio publicado a finales del año 2020, que todavía no ha sido contrastado por científicos independientes, se mostró en pruebas de laboratorio que, bajo ciertas condiciones, pequeños fragmentos del ARN del SARS-CoV-2 se podían convertir en ADN e integrarse en el genoma humano. No está claro si este fenómeno puede ocurrir fuera del laboratorio. Además, si se produjese después de una infección natural con el virus, hay científicos que afirman que se trataría de un caso extremadamente raro y no tendría consecuencias desde el punto de vista biológico. En el caso de las vacunas ARNm, este fenómeno no juega ningún papel relevante.

Mito: La vacuna contra el coronavirus puede causar cáncer

Hecho: En los estudios realizados para evaluar las vacunas contra el coronavirus no se ha detectado ninguna correlación entre ambos. El cáncer puede aparecer cuando hay células que se dividen de manera descontrolada. La causa suele ser un daño en el material genético, el ADN, o errores de lectura de la información genética. En las vacunas de Astrazeneca y Johnson & Johnson, que utilizan los adenovirus como medio de transporte (vector), la información sobre la proteína S está recogida en forma de ADN. Los adenovirus son virus no integradores, es decir, cuyo ADN no entra en contacto con el núcleo celular. Sin embargo, hay indicios de que, en casos muy raros, ADN de células procedentes del exterior puede integrarse en el genoma humano de forma aleatoria y dañarlo.

No obstante, los científicos no creen que el cáncer pueda ser una consecuencia de la vacunación con vacunas de vectores. Por un lado, la vacuna se inyecta en la musculatura del brazo y las células musculares se dividen muy lentamente, lo que hace improbable la aparición de cáncer. Por otro lado, el sistema inmunitario destruiría las células dañadas en cuestión de pocas semanas. Por último, no se conocen hasta la fecha casos de cáncer relacionados con infecciones naturales por adenovirus, responsables, por ejemplo, del resfriado.

Mito: El desarrollo y la autorización de las vacunas contra el coronavirus han sido demasiado rápidos

Hecho: Las vacunas contra el coronavirus han sido desarrolladas y autorizadas, efectivamente, en tiempo récord. Normalmente, este proceso dura entre 10 y 15 años. Pero la situación causada por la pandemia del coronavirus ha permitido un desarrollo más rápido, ya que en todo el mundo se han realizado considerables inversiones en la investigación de nuevas vacunas. Es cierto que las vacunas ARNm, altamente eficaces, son las primeras vacunas autorizadas que utilizan esta tecnología. Dicha tecnología, sin embargo, es resultado de más de 20 años de investigación científica.

Los procedimientos de autorización también se han gestionado de forma más eficiente para ganar tiempo: en algunas ocasiones, los distintos pasos se han realizado de forma simultánea, en lugar de uno tras otro. Además, los científicos ya tenían conocimientos sobre posibles vacunas contra el coronavirus a raíz de la experiencia con otros virus anteriores al SARS-CoV-2 como MERS y SARS.

A pesar de que los procesos de autorización se han acelerado, las autoridades no han renunciado a ningún requisito de calidad, efectividad y seguridad. Todas las vacunas que se emplean en Alemania han sido probadas de forma minuciosa y sin complicaciones graves en estudios clínicos con suficientes personas. El objetivo de dichos estudios es demostrar que la eficacia supera con creces los efectos secundarios. En Alemania, además, el Instituto Paul Ehrlich está encargado de controlar la calidad de cada remesa de vacunas antes de su autorización, o de confirmar que dicho control de calidad ha sido encargado y realizado con éxito. Las vacunas reciben la autorización solamente si son efectivas y seguras.